La antigua fábrica de harinas de Pantoja impresiona vista desde la carretera. Es un gran edificio de cuatro alturas con grandes ventanales de los que solo queda el hueco. La fábrica contaba también con una rica decoración en azulejos sevillanos que ha sido arrancada en su mayor parte.
El edificio fue diseñado por Álvaro González Saz. La fachada principal mide cien metros y se divide en tres secciones. La parte central es la más alta (con cuatro pisos) y en ella se concentraba la maquinaria. Los laterales (con solo dos plantas) servían como almacenes y oficinas.
La fábrica se inauguró el 9 de octubre de 1921. En el ABC de unos cuantos días después hablan de su “perfecta y moderna maquinaria”. La Sagra llegó a fabricar entre treinta y cuarenta mil kilos de harina diarios en su mejor época. No cuesta mucho imaginar como era la actividad y el ruido en las naves al pasear por ellas.
De cerca, cuando uno ya ha saltado el pequeño murete que la rodea, la fábrica pierde bastante encanto. El recinto se ha convertido en un establo para cabras y un vertedero y wáter para los que viven en un poblado chabolista cercano. Ahora las escaleras están destrozadas y un incendio ha hecho que parte del techo y de los pisos superiores se hayan desplomado. No queda nada de la maquinaria original, salvo un tobogán para sacos que atraviesa varias plantas y algunas piedras de molino.
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